Entrevistas Novela Negra

Descubrir secretos: “La Molina, caso cerrado”, de Helen Flix.

Helen Flix en la biblioteca Santiago Rusiñol, de Sitges.

Helen Flix nació en Barcelona en 1959. Es Licenciada en Psicología Clínica y de la Salud, y ha cursado estudios superiores de Música, Medicina y Nutrición Humana. Estudió Medicina Tibetana en Nepal, India y Tíbet. Es directora de L’Espai Psicosalut de Barcelona, donde imparte cursos de Mindfulness, Hipnosis, Crecimiento Personal y Medicina Tibetana, ejerciendo de Psicoterapeuta Holístico. 

Tuvo la suerte de convivir con distintas tribus americanas: Hopi, Siuox, Incas, Shipibos-Conibos y de colaborar con distintas ONG en India, así como experimentar retiros espirituales en el Monasterio Budista Tibetano de Shar Gaden. Como escritora lleva publicados una veintena de libros entre novelas, medicina tibetana, crecimiento personal y thrillers que podéis encontrar en la página web https://www.helenflixescritora.com. De entre sus libros destacamos hoy la serie de novela negro-policíaca de la psicóloga y perfiladora criminal Laura Mestres, especialmente de su última novela, La Molina, caso cerrado, muy recientemente publicada.

Tu obra literaria abarca libros y novelas de todos los géneros literarios. ¿Por qué escribir una serie de novelas policíacas con una psicóloga como protagonista principal?   

En realidad, porque me gustaría ser un poco Laura Mestres. Me topé al principio de mi carrera profesional con la posibilidad de asistir a unas clases de perfilación criminal en Palo Alto (California) y me encantó. Eso unido a mi afición por las novelas de Agatha Christie, junto con mi pasión que es la psicología. Siempre soñé con escribir thrillers pero me producía mucho respeto el género.

Susana, historia de una obsesión, la primera novela de la serie, se publicó en 2006. Allí conocimos a Laura Mestres y a su familia ¿Cómo se gestó la novela?

Por un reto entre mi editor de entonces, Ramón Badía, y mi hijo Héctor, que se empeñaron en que escribiera mi primer thriller. Estaban convencidos que sería una buena novela y yo acepté el reto pensando que nunca se publicaría. Tuve un caso curioso en la consulta que dio pie a los personajes y a la trama con Laura Mestres como protagonista. Me inventé un alter ego en el que reflejé a mi propia familia. Entonces no pensé en que escribiría ningún otro thriller.

La segunda novela de la serie, muy diferente a las restantes, fue escrita conjuntamente con Gaspar Coll. Publicada en 2008, se tituló En nombre de Dios. ¿Qué nos puedes explicar de esta historia? ¿Qué te decidió a escribirla? Y ¿cómo fue la experiencia de escribir a cuatro manos?

Tenía unas informaciones sobre documentos que se guardaban en la biblioteca de la UB (Universidad de Barcelona) sobre las Marías, y sobre textos apócrifos. Eso me llevó a tener algunas conversaciones con Gaspar Coll, un gran amigo, que en aquellos momentos estaba en un vicerrectorado y en la cátedra de Historia del Arte, especializado en medieval. Un gran conocedor de la zona de la Provenza francesa y sus construcciones.

Un día, criticando los finales de las novelas de Dan Brown, bromeamos con escribir nosotros una novela y, de nuevo, un paciente con trastorno disociativo fue quien dio pie al guion. Nos embarcamos en una aventura de descubrimiento sobre el terreno de los datos de los textos que habíamos estudiado, alquilamos una Vanette y partimos con un grupo de amigos y los hijos. Muchas de las fotografías que salen en la novela son de la cámara de mi hijo pequeño, un cazador de símbolos a sus nueve años.

Sobre lo de escribir a cuatro manos, es complicado, son dos estilos distintos y ritmos diferentes pero Gaspar Coll facilitó mucho el trabajo.

La Molina. Alrededores. Foto: Helen Flix.

Después de más de diez años de silencio, durante el confinamiento domiciliario por la pandemia, escribes El asesino del Covid-19. Encontramos nuevamente a Laura Mestres unos años más tarde, con dos hijos ya adultos y otro adolescente. Como perfiladora criminal, Laura colabora con los Mossos d’Esquadra para detener a un peligroso asesino en serie (si queréis saber más sobre la novela os remitimos a la entrevista publicada en https://www.muchomasqueunlibro.com/entrevista-a-helen-flix/ Apenas unos meses más tarde, publicas La Molina, caso cerrado. Estamos en agosto de 2020, durante la primera desescalada y Laura y su familia se proponen pasar unos días de vacaciones y relax en La Molina. ¿Necesitabas estas vacaciones tanto como Laura Mestres? ¿Cuál fue el origen de la trama?

En el verano de 2020 yo creo que todos necesitábamos poder salir y respirar naturaleza, habíamos estado confinados 83 días, además para todos los que estuvimos trabajando dentro del grupo de sanidad fue todo delirante, una pesadilla hecha realidad. Superamos la ficción. Yo vivo muy cerca del Gran Vía 2 e ir a comprar al Carrefour era como entrar en la película “Los últimos días”. Algunas escenas fueron rodadas en ese centro comercial.

Un incidente acaecido en frente de una de las casas que se veían desde el teleférico activó mi imaginación, junto con los hechos de corrupción que comenzaron a destaparse en esos días.

La Molina, caso cerrado arranca con la desaparición de dos niños de corta edad, para desesperación de su madre. Son los hijos de un matrimonio adinerado y muy influyente y el operativo de búsqueda de los Mossos d’Esquadra se pone en marcha inmediatamente. Pedro Tarrés y el equipo de Criminalística son enviados a La Molina. ¿Te has inspirado en casos reales?

En mi consulta atiendo casos de violencia de género, de violencia contra ancianos, un tema muy poco tratado y también de violencia infantil. La violencia infantil es un tema poco contabilizado incluso dentro de la propia violencia de género. Durante muchos años no se les atendía, aunque ellos recibieran también los malos tratos, tanto de forma vicaria como directa.

Como dijo Rajoy “lo que no se contabiliza no existe” y eso es lo que durante años ha ocurrido en este país. De hecho, se obliga a entregar a los hijos cada fin de semana alterno o semanas alternas al progenitor maltratador. Y luego ocurre lo que ocurre, casos como el de José Breton en Córdoba, el de Tomas Antonio Gimeno en Canarias, o este último de Martín Ezequiel Álvarez Giaccio en Barcelona.

Hotel HG La Molina. Foto: Helen Flix

Veo La Molina, caso cerrado como una novela costumbrista, con personajes muy cercanos, con un misterio por resolver, que plantea temas actuales y complejos de difícil solución, como la violencia de género, la corrupción de los poderosos y la violencia que se ejerce contra los niños, de la que se habla menos que de la violencia machista contra las mujeres. ¿Cuál fue tu objetivo al escribir esta novela?

Las novelas de Laura Mestres me parecen un buen escaparate de la actualidad, así como un lugar de denuncia de situaciones invisibilizadas que, como sociedad, podemos y debemos tomar conciencia para poderlas cambiar. A veces, para expresar la controversia que puede ocasionar una misma situación en función de la ideología o la subjetividad de los personajes, un reflejo a la vez de la sociedad en la que vivimos. Un reflejo del micromundo de una consulta de psicología.

¿Fue complicado el proceso de documentación? ¿Cuentas con algún policía de cabecera para tu asesoramiento? ¿Crees que hay buena colaboración entre los distintos cuerpos policiales o ésta es bastante mejorable?

¡Uff! según el tema que decido tocar sí que es difícil encontrar información verídica. En ocasiones, se consigue de los informes que los distintos Colegios de Psicología realizan o de las propias estadísticas que publica el Estado.

Tengo varios pacientes que pertenecen a distintos cuerpos y estamentos policiales, y la verdad es que siempre me han echado una mano cuando tengo dudas sobre procedimientos de sus cuerpos. En nuestro país hay una cierta tendencia a desvalorizar a los cuerpos policiales y cuando algún escritor es neutro o les da valor les gusta y te ayudan. Aunque esta no sea la función final de la novela.

Sorteo de un ejemplar de La Molina, caso cerrado, en la biblioteca Santiago Rusiñol, Sitges.

Creo que con el atentado del 17 de agosto de 2017 quedo bastante claro que hay que mejorar la colaboración entre cuerpos policiales, pues las policías autonómicas no son el enemigo. Sin embargo, también hay que mejorar los protocolos en los casos de secuestros o de desapariciones de niños y jóvenes. Se tarda demasiado en comunicarse entre comisarías y cuerpos de policía.

Pensad que las dos primeras horas en la desaparición de algún menor o joven son cruciales para poder rastrear sus pasos y encontrar pistas que nos puedan llevar a su localización.

Laura Mestres es psicóloga y perfiladora criminal. ¿Qué opinas de la criminología como ciencia? ¿Es necesaria para resolver los casos criminales y/o prevenir delitos?

Pienso que es una ciencia que está yendo cada vez a más en nuestro país. En Europa y en EEUU es un requisito básico en los cuerpos que investigan delitos mayores como: asesinatos, robos de museos, guerras de bandas, secuestros e, incluso, robos cibernéticos.

Sobre todo, la criminología es necesaria para buscar esos pequeños detalles que indican los tics, las formas o las firmas que una persona o grupo de personas dejan en los lugares de sus delitos, y eso hace que sean más rastreables e incluso poder adjudicar un número determinado de acciones a un mismo sujeto o banda criminal, lo que nos puede llevar a descifrar cual puede ser su siguiente golpe, en que zonas se mueve y qué le mueve.

No existe el crimen perfecto, existe la mala praxis, los errores, los sesgos en la mente del investigador, exceso de trabajo o mala formación. Los buenos equipos son capaces de trabajar en un caso hasta cinco años si es preciso para resolverlo, luego pasará a manos de la justicia y ahí ya solo quedará esperar a que no haya un error de forma en la acusación, en la sobre carga de trabajo de los juzgados o del sesgo del juez a la hora de interpretar la ley.

Presentación de La Molina, caso cerrado en la librería Barra/Llibre, de Barcelona.

Con los casos terribles de José Bretón, que asesinó y quemó a sus dos hijos de 6 y 2 años, el de Tomás Gimeno que asesinó a sus hijas y el más reciente de Martín Ezequiel Álvarez Giaccio que ha asesinado presuntamente a su hijo para hacer daño a su ex mujer, parece que la mayor parte de la violencia contra los hijos la ejerce el padre. Aunque también sabemos del caso de Ana Julia Quesada que asesinó al hijo de su pareja de solo ocho años de edad en 2018. Como psicóloga y terapeuta ¿Qué opinas de la violencia contra los niños?  ¿Qué consecuencias puede tener en su futuro?

Venga de quien venga, la violencia contra los niños siempre tiene graves consecuencias en su equilibrio emocional y en el peor de los casos en su salud mental. Cuando los niños presencian gritos continuos o los reciben, ven palizas o son receptores de golpes como forma correcta de educación estamos dañando gravemente su cognición y su percepción de sí mismo y del adulto.

Por un momento pensemos cómo nos sentiríamos nosotros si otro adulto nos humillara en el tono de voz y las formas en que se suele hablar a los niños. Ellos también se sienten así de mal, pero no pueden discernir que el que está obrando mal es el adulto pues este es su referente y salvaguarda.

¿O qué pensará un niño que ve a su padre despreciar y pegar a la madre? O bien tendrá odio al progenitor y algún día estallará o imitará sus conductas maltratando y despreciando también a la madre. Crecemos imitando u oponiéndonos a partes de nuestro modelo educativo, nuestro cerebro no sabe hacerlo de otro modo. Las conductas de nuestros adultos referentes nos moldean para bien o para mal.

Es una gran responsabilidad la que adquirimos al ser padres, la salud emocional y mental está en manos de nuestros padres y a la vez eso moldea nuestro futuro como sociedad sana o enferma mentalmente.

Aunque un exceso de sobreprotección, consentir todo, no dar responsabilidades adecuadas a la edad del niño también es nefasto para su salud emocional y mental, pues no maduran y de adultos pueden padecer trastornos de ansiedad y de infantilismo egocéntrico.

Firmando libros en la Barra/Llibre.

¿Por qué se ejerce esa violencia contra criaturas indefensas? ¿Podemos asegurar que el hombre acostumbra a ser el responsable?

A nivel social sigue existiendo la idea de “deuda de honor”, incluso hace tan solo quince años podía ser un argumento legal, o sea “la mate porque era mía”. Cuando una mujer abandona a su esposo o pareja es una humillación y ha de pagar por ello. Los hijos dejan de verse como algo propio, se “cosifican” y se convierten en un arma de venganza contra la expareja.

La prensa ahora visibiliza esas acciones y las califica de terribles, aunque sigue existiendo una banalización en el relato convirtiendo a las víctimas en hadas, sirenas o angelitos, lo que quita la crueldad de los actos para que como sociedad podamos soportarlos, ellos enfermos y los niños seres mágicos en un espacio mágico. La realidad: él es un asesino frio y calculador y los niños son asesinados por alguien que debía protegerles.

Y la cosa se oscurece más cuando es ella quien asesina a sus propios hijos, “Síndrome de Medea”, nos es imposible a nivel colectivo romper con el arquetipo de María, madre abnegada y sufridora, e incluso podemos acusar de misóginas a las investigadoras de este síndrome como si por el hecho de ser madre una mujer no pudiera maltratar a sus hijos. Que yo sepa, “la zapatilla voladora” la utilizaban mis tías y madre, así como muchas madres de los años 50 y todavía hoy veo madres jóvenes dando “el cachete terapéutico”, así me lo justifican en la terapia de sus hijos; profesoras descalificando verbalmente a sus alumnos; abuelas diciéndoles a sus nietos que son “muy malos”, en lugar de traviesos o muy movidos, o aconsejando una buena bofetada…

De la violencia infantil somos responsables hombres y mujeres, aunque por sesgo y miedo a ser acusados de ir contra las mujeres no se contabilice la violencia ni se hable tanto de la que ejercemos las mujeres contra los hijos. Por ejemplo, no proteger a tu hijo de las palizas de su padre o de los abusos sexuales del novio de la madre, es violencia infantil contra el propio hijo/a.

Excursión en La Molina. Foto: Helen Flix.

¿Porqué La Molina precisamente para situar la acción de la novela?

Porqué de pronto hay algún hecho, una imagen, una conversación en una mesa de al lado mío o una canción que mueven en mi la chispa de lo que deseo escribir y contar.

Pocos días antes de esas vacaciones, había trabajado con una mujer que no se había percatado de que estaba consintiendo violencia sobre su hija por parte de la actual pareja. Y hablé con un Mosso sobre una situación que le había afectado muchísimo: una madre que vivía en la calle con sus dos hijos pequeños y para prostituirse los colocaba dentro de un conteiner de basura.

Y estando allí, en La Molina, vivimos la búsqueda de unos niños, los cuchicheos entre la gente, la curiosidad morbosa que durante unas horas movió esa situación. La poca empatía que vi en la gente porque los padres tenían dinero y contactos desencadenó un aluvión de ideas que terminó convirtiéndose en “La Molina, caso cerrado”.

Una última pregunta a Helen Flix ¿Volveremos a encontrar a Laura Mestres en nuevas aventuras?  ¿Qué puedes adelantar a nuestros lectores?

Hace años estuve unas horas en Toledo y me fascinó la ciudad por su historia, pero luego siguieron viajes a India, Nepal, Tíbet, Canadá, Amazonia en acciones de ONG y de llevar alumnos a sumergirse en sus diversas culturas étnicas.

El Covid ha parado todos esos viajes y decidí retomar la idea de conocer en profundidad Toledo y plantear una novela de Laura Mestres más parecida a “En nombre de Dios”, menos Agatha Christie y más Julia Navarro.

Así que ahora estoy recopilando toda la información que he obtenido en este último viaje vacacional y en Navidades creo que estaré preparada para sumergirme en la nueva aventura de Laura Mestres.

Gracias por vuestro interés en mis novelas y vuestras interesantes entrevistas, creo que estáis realizando un muy buen trabajo de difusión, serio y profesional.

Muchas gracias, Helen, por tus palabras de ánimo. Desde Mucho Más Que Un Libro te deseamos mucha suerte.

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